Agitense, pero no hagan, sean espectadores

El sistema no puede mostrar sus mecanismos de dominación. Incluso debe ocultarse a si mismo. Lo hace con tal  efectividad que cualquiera puede preguntarse, escepticamente: ¿quien es el sistema? ¿donde está?
 El arte de la ocultación es lograr que las cosas aparezcan como lo opuesto de lo que son. Asi es que la dominación aparece como libertad. Poco a poco se ha ido cambiando al ciudadano por el consumidor. El ciudadano es politicamente activo, está en capacidad de imponerle a su sociedad formas políticas y sociales. El consumidor es pasivo y dependiente. Vive en la carencia que el sistema le induce, carencia que cree llenar con los juguetes que se le ofrecen.
 De ser dueño de su comunidad y de si mismo se pasó a poder consumir "lo que sea" .
 Ese consumir lo que sea es la herramienta de dominación disfrazada de libertad.
 Como la dominación se ejerce por medio del ocultamiento lo que se nos ofrece publicamente son disfraces.
 El disfraz consiste en que la cosa real se vea como otra cosa. En definitiva es una ceguera provocada. Para esto es necesario que la imagen del objeto sea diferente al objeto. La falsificación está en la imagen.
 La imagen está en nuestras mentes y es facilmente manipulable con los estímulos adecuados. De no ser asi no existiria la publicidad y los millones de dólares que se gastan serian inútiles.
Esas imagenes falseadas de la realidad son los estereotipos y por medio de ellos juzgamos las situaciones y a las personas. Es obvio que esos juicios tienen que ser sesgados. Pero ese sesgo inducido es una forma de replicación de la dominación. Cuando juzgamos usando los estereotipos somos agentes del sistema de dominación.
 La forma de implantación de los estereotipos en nuestras mentes es un proceso inconsciente. Los adquirimos sin darnos cuenta. Consumimos inconscientemente las imagenes que se nos ofrecen, con ellas cargamos nuestra afectividad y nuestro pensamiento.
 Con este mecanismo se victimizó a un conjunto de individuos encerrandolos en un mito moderno. Se inventó un rótulo o disfraz. Porque eso es la categoria "joven"-. Además se le asignó a esa categoria la cualidad de "libertad".
 Según el sistema los jóvenes son la libertad. Pero, los disfraces son una cárcel donde no hay libertad.
 Esa imagen del jóven es una barrera que se interpone entre las personas.No podemos relacionarnos con el individuo real si estamos cegados por el estereotipo.
 El joven es negado. Y esta es quizás una de las mayores angustias de quienes son clasificados en esa categoria. Y , es tanto mas negado cuando, paradójicamente, existe un culto a la juventud. Todo en la sociedad apunta a que el estado mas deseable es el de ser joven. Todo eso ocurre, pero en el mundo de la fantasía. La realidad es excluida, los verdaderos jovenes son negados y condenados a un limbo. Sólo son una imagen vendedora.
 En las culturas llamadas primitivas se pasa de niño a joven adulto. De ser asocial a ser un miembro activo de la comunidad. Existen los ritos de pasaje para marcar el ingreso a una nueva situación.
 La comunidad satisface necesidades esenciales del ser humano.Además de las necesidades materiales están las que dan significado a la vida.
 Pertenencia, identidad y trascendencia son elementos constituyentes del sentido de la vida y solo los puede proporcionar la comunidad. Estos te hacen un miembro significativo del grupo. Se existe porque se es narrado y se es narrador en ese tejido de historia comunitaria que se proyecta en la trascendencia.
 Al joven moderno se le niega la satisfacción de esas necesidades. Se lo sumerge en un permanente estado de "querer ser" con la angustia de "no ser".
 Se desmoviliza a los jóvenes. El sistema entiende perfectamente que la energia vital de unos sere en estado de pureza es muy peligrosa. Se la desmoviliza negándole un proyecto y un lugar.
 Se le ofrece a cambio las falsas libertades de la euforia de la fiesta sin compromiso, sin trascendencia, sin pertenencia, y, sobre todo sin protagonismo.
 Se pretende que después de años de soledad y sin sentido estén suficientemente agotados emocionalmente y mentalmente como para aceptar la vida vacia de los adultos.
 Se les dice: Agitense, pero no hagan, sean espectadores.  
Ricardo Lagrotta